Sangriento y gélido invierno
Cada lágrima derramada
alrededor de laberintos
sin salida es a la oscuridad
pedirle que con ella me lleve.
No poder soportar el dolor
que tanto me angustiaba
es sentir cómo me desangran
las espinas en mi piel.
Por favor, sangrienta y pálida
inmortalidad que por gélidos
y desolados inviernos sobrevuela
en tu alma lúgubre conviérteme.
A tus negruzcos y sensuales
sueños teñidos en sangre
arrástrame dejando la marca
de tus fríos y afilados colmillos.
En forma de oscuro poema
tantos mordiscos que al dulce
perfume de las rosas saben
con tu sangre descríbelos.
Imagen extraída artículo ABC
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