Vida eterna
A través de los siglos
por las pobladas calles
de Londres te veo, Elisabetta
con deseos de amarte.
Elegante y distinguida
reunión vestida está
por una blanca y pálida
eternidad sedienta de sangre.
Lejos de ti estaba, pero
una oscura noche de luna
llena a mis congeladas
sábanas por fin acudiste.
La vida eterna me pediste,
pero por una fría, gélida
y desolada inmortalidad
no quería que atravesaras.
Al final, la vida eterna
de mis afilados colmillos
te di y del rojo y lúgubre
líquido bebiste.
Imagen extraída de Lifeder

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